
El Trance del Berserker: Plantas Sagradas y la Furia de Odín
Los guerreros vikingos eran temidos en todo el mundo, pero había un tipo de combatiente que infundía terror incluso en sus propios aliados: los berserkers. Se decía que estos hombres luchaban sin armadura, cubiertos con pieles de osos o lobos, y que al entrar en combate eran poseídos por una furia tan salvaje que los hacía invulnerables al dolor, incapaces de distinguir amigo de enemigo, y sedientos de sangre hasta que el último adversario yacía a sus pies.
Pero ¿cómo lograban estos guerreros entrar en ese estado de locura sagrada?
Las Hierbas del Trance
La leyenda cuenta que los berserkers eran hijos de Odín, el dios de la guerra y la sabiduría, y que su furia era un regalo divino. Sin embargo, la ciencia y la historia sugieren que plantas alucinógenas y psicoactivas jugaron un papel clave en esos estados de frenesí.
Una de las candidatas más mencionadas es el beleño negro (Hyoscyamus niger). Esta planta, común en Europa y Asia, es altamente tóxica, pero en dosis controladas provoca alucinaciones, delirios de invulnerabilidad, y una insensibilidad total al dolor. También puede generar una fuerza anormal y movimientos descoordinados, algo que coincide con las descripciones históricas de los berserkers:
- Espuma en la boca.
- Ojos inyectados en sangre.
- Aullidos como bestias.
- Fuerza sobrehumana y resistencia física.
Se cree que ingerían una infusión, mascaban sus semillas o incluso la fumaban antes de la batalla. El beleño contiene alcaloides tropánicos como la escopolamina y la hiosciamina, que alteran la percepción y bloquean el dolor, al mismo tiempo que desinhiben al usuario de manera extrema.
Otras plantas en la ecuación
Aunque el beleño es el principal sospechoso, no es el único:
- Amanita muscaria (Matamoscas): Ese hongo rojo con puntos blancos que aparece en los cuentos de hadas. Algunos estudiosos creen que también pudo ser usado por ciertos guerreros para inducir efectos psicotrópicos y un estado de hiperactividad o euforia. Aunque sus efectos varían mucho, puede producir sensaciones de invulnerabilidad y distorsión de la realidad.
- Mandrágora y estramonio: Ambas son plantas que tienen efectos psicoactivos potentes y eran conocidas en la medicina antigua como anestésicos y alucinógenos.
¿Trance o posesión?
En las crónicas y sagas nórdicas, se habla de los berserkers como poseídos por el espíritu del oso (ber-serkr = «piel de oso») o del lobo (ulfheðnar). Entraban en un estado de «berserksgangr», donde:
- No sentían el dolor ni el miedo.
- Se movían rápido y de forma descontrolada.
- Rugían y mordían como animales salvajes.
- No distinguían entre aliado o enemigo hasta que la furia pasaba.
Este estado podía durar horas o incluso días. Y después, caían exhaustos, como si hubieran sido drenados de toda energía vital.
¿Rituales previos?
Antes de entrar en batalla, es probable que los berserkers realizaran rituales que potenciaban el efecto de las plantas:
- Cantos o aullidos repetitivos, para inducir un estado hipnótico.
- Danzas frenéticas, que ayudaban a entrar en trance.
- Meditación o invocaciones a Odín y a los espíritus animales, buscando la protección y fuerza de la deidad.
Este ritual combinado con el consumo de sustancias los transformaba en algo más que hombres. Eran máquinas de matar, imparables, hasta que la locura pasaba.
Un arma de doble filo
El trance del berserker tenía sus consecuencias:
- Psicosis y daño cerebral a largo plazo por el abuso de estas plantas.
- Aislamiento social: eran vistos como peligrosos incluso en tiempos de paz.
- Finalmente, su figura fue demonizada con la llegada del cristianismo, siendo considerados «endemoniados» o «hechiceros».
El legado del berserker
Hoy el término «berserk» sigue vivo en el lenguaje para describir un estado de furia incontrolable. Pero en su época, estos guerreros encarnaban el terror de los dioses nórdicos en la tierra, gracias a un conocimiento profundo de las plantas y sus efectos, utilizado para trascender la humanidad y convertirse en algo más… algo salvaje.
Resumen:
- Los berserkers probablemente usaban plantas alucinógenas, como el beleño negro, para entrar en un trance de furia guerrera.
- Estas sustancias los volvían insensibles al dolor, incontrolables y despiadados.
- Combinaban el uso de hierbas con rituales, cantos y danzas que inducían el trance.
- Su estado de frenesí era visto como un don de Odín y una posesión animal.
- Aunque temidos, los efectos a largo plazo de estos estados extremos podían ser devastadores.

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