
La canela que compró un reino: el trueque más picante de la historia
(Cómo Portugal cambió una isla por corteza y se arrepintió demasiado tarde)
1. EL DESCUBRIMIENTO QUE OLÍA A RIQUEZA (Y A ENGAÑO)
Océano Índico, 1505. El explorador portugués Lourenço de Almeida desembarcó en Ceilán (hoy Sri Lanka) buscando pimienta. En su lugar, encontró bosques enteros de canela silvestre cuyos árboles segregaban una corteza dorada al sol.
Los nativos sinhaleses, que recolectaban la canela desde hace siglos, le advirtieron:
- «Estos árboles están protegidos por demonios» (mentira: en realidad, protegían su monopolio).
- «Solo los elefantes pueden cortar las ramas sin morir» (otra mentira: usaban cuchillos de bambú).
Pero Almeida, más listo que un mono con navaja, robó un saco de corteza y lo arrojó al fuego del campamento. El aroma embriagador que invadió la playa le hizo llorar… de avaricia.
«Esto vale más que el oro de África», escribió al rey Manuel I.
2. EL REY QUE VENDIÓ SU CORONA POR CORTEZA
Lisboa, 1518. El rey Manuel I, obsesionado con especias, recibió una oferta del reino de Kotte (Ceilán):
- «Nos quedamos con la isla, vosotros con la canela», propuso el rey Vijayabahu VII.
El contrato (escrito con tinta de nuez de areca):
✅ Portugal recibiría 6.000 quintales anuales de canela (unos 300.000 kg).
✅ A cambio, protegerían al reino de invasores… incluyendo a los propios portugueses.
Trampa oculta: Los sinhaleses mezclaban corteza de casia (canela falsa) con la auténtica. Los portugueses no notaron la diferencia hasta que llegó a Europa.
3. LA GUERRA DE LOS AROMAS (O CUANDO LA CANELA SE VOLVIO SANGRIENTA)
En 1520, los portugueses descubrieron el engaño. La venganza fue picante:
- Quemaron aldeas enteras donde crecía la casia.
- Esclavizaron a recolectores y los marcaron con hierros al rojo (con forma de rama de canela).
- Crearon el primer «ejército de especias»: 200 soldados solo para vigilar bosques.
Pero los sinhaleses contraatacaron:
- Envenenaron pozos con hojas de canelero (no mortal, pero daba diarrea épica).
- Vendieron sacos con arañas venenosas escondidas entre la corteza.
Resultado: El 40% de la canela portuguesa acabó en el fondo del mar por motines de tripulaciones aterradas.
4. EL FRAUDE QUE HUNDIÓ UN IMPERIO
Para 1550, la canela ceilandesa ya no valía nada en Europa:
- Los turcos habían inundado el mercado con casia barata.
- Los médicos decían que la canela auténtica provocaba «calenturas eróticas» (los monasterios la prohibieron).
- Un tercio de los sacos llegaban llenos de insectos secos.
Peor aún: En 1580, Portugal perdió Ceilán ante los holandeses… que a su vez la perderían ante los británicos.
Ironía final: El rey Sebastián I murió en África sin probar nunca un pastel de canela auténtico.
5. EL ÚLTIMO BARCO DE CANELA (Y LA MALDICIÓN QUE OLÍA BIEN)
En 1592, el galeón «Nossa Senhora da Canela» zozobró cerca de Goa con 500 sacos a bordo.
Los pescadores dicen que:
- En las noches de luna llena, el barco resurge cubierto de un polvo dorado.
- Si lo tocas, tu piel huele a canela por 7 días (y atraes tigres hambrientos).
RECETA SECRETA: «PASTEL DE CANELA QUE ENLOQUECIÓ A UN REY»
(Versión de los monjes de Lisboa, 1510)
Ingredientes:
- Canela de Ceilán auténtica (o casia si eres un hereje).
- Miel robada de colmenas reales.
- Harina de trigo «bendito» (porque el panadero se confesaba cada semana).
Preparación:
- Mezclar hasta formar una pasta tan densa como la culpa portuguesa.
- Hornear en leña de árbol de canela (símbolo de poder absoluto).
- Servir con vino añejo… y un contrato de venta de reinos opcional.
EPÍLOGO: LA CORTEZA QUE CAMBIÓ EL MUNDO
Hoy, Sri Lanka sigue produciendo el 80% de la canela auténtica. Pero en Lisboa, los fantasmas de los recolectores esclavizados aún susurran en las pastelerías:
«Comed, nobles… pero recordad que cada bocado costó una isla.»
Moraleja: Nunca vendas tu reino por especias… a menos que sepas adulterarlas bien.
