Astrid La Guardiana de Acero de los Hijos de Rurik
Entre los nombres de las grandes guerreras vikingas, pocos resuenan con la fuerza de Astrid, la feroz combatiente de la Saga de los Hijos de Rurik. Aunque su historia no ha sido tan ampliamente contada como la de Lagertha o Freydís Eiríksdóttir, su legado es el de una mujer que desafió su destino con espada en mano, luchando codo a codo con los más fieros guerreros de su tiempo.
Forjada en el Fuego del Norte
Astrid nació en una época de caos y conquistas, cuando los hijos de Rurik extendían su dominio a través de ríos y tierras inexploradas, desde los fiordos helados hasta los reinos dorados de los eslavos. No fue criada como una doncella a la espera de un esposo que la protegiera; su padre, un veterano guerrero, la entrenó desde la infancia en el arte del combate. Aprendió a manejar la espada con precisión, a lanzar la lanza con la fuerza de un trueno y a cabalgar con la gracia de un águila en plena caza.
La sangre de los vikingos corría ardiente en sus venas, y su destino no era permanecer en casa tejiendo, sino cabalgar junto a los suyos, llevar la guerra a los enemigos y proteger a su clan con garras de acero.
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Erik el rojo 