La Niebla de Ulfgard y las Runas de oro

La Niebla de Ulfgard y las Runas de oro

La Niebla de Ulfgard y las Runas de oro

Era una tarde fría, como tantas otras en Ulfgard. Olaf contemplaba atentamente todos los pertrechos de la expedición: hachas, espadas, dagas… y por fin, los escudos. Bjonr había conseguido los seis que aún faltaban del buhonero errante, y ahora, al fin, todo parecía estar listo. Partirían pronto, y una vez en marcha, sería casi imposible conseguir cualquier cosa que se hubiese olvidado.

Pero en la mente de Olaf pesaba como una sombra la expedición enviada por Sigurd, el Terror de los Mares, rey de Skallheim. No podían permitir que los de Skallheim se les adelantasen. Debían zarpar sin demora.

—Bjonr —le dijo Olaf—, alerta a todos los guerreros. Partimos mañana por la mañana, con la marea. Temo que los de Skallheim nos tomen la delantera.


Con las primeras luces del alba, el drakkar estaba completamente pertrechado y listo para zarpar. Era una mañana oscura, envuelta en una niebla densa como el aliento de un dragón. Desde el timón en la popa, apenas se distinguía el dragón tallado en la proa.

—¡Soltad amarras! —gritó Bjonr desde la niebla.

El drakkar comenzó a deslizarse por el fiordo rumbo al mar abierto. Iban en silencio, remando, los ojos tratando de abrirse paso entre la bruma.

Al tomar una curva del fiordo, de pronto, surgió otro drakkar de entre la niebla, como aparecido de la nada. Estaban a punto de chocar. Los guerreros gritaron:

—¡Son los de Skallheim!
—¡Son los de Ulfgard!

Los barcos se rozaron y los guerreros, dejando los remos, desenvainaron las espadas y saltaron al barco rival. Se produjo una escaramuza rápida, feroz, pero breve. Pronto, ambos grupos volvieron a sus drakkars y se alejaron, perdiéndose nuevamente en la niebla.

Remaban con fuerza, agitados por lo sucedido. La niebla lo cubría todo, y el mar parecía tragarlos.

De pronto, una carcajada atronadora sacudió el drakkar de Ulfgard. Todos la reconocieron de inmediato. Era la risa inconfundible de Bjonr, que reía como si estuviera poseído por los dioses.

—¡Son runas! —gritaba mientras reía junto al dragón de proa—. ¡Les he quitado un saco de runas… y son de oro!

Los ojos de los guerreros se abrieron como platos. Bjonr sostenía un saco repleto de runas doradas que había arrebatado a los de Skallheim durante la confusión.

Ya más calmados, Olaf se acercó y dijo:

—Debemos repartirlas. Según las costumbres de Ulfgard, se reparten a partes iguales entre todos los guerreros.

Olaf tomó el saco y comenzó a hacer montones iguales. Luego los deshizo y volvió a empezar. Bjonr se le acercó, extrañado.

—¿Qué sucede? —preguntó.

No sé cómo repartirlas —confesó Olaf—.

Si doy 6 runas a cada guerrero, me sobran 5. Pero si les doy 7, me faltan 8…


¿Puedes ayudar a Olaf?

¿ Cuántos guerreros iban a bordo del drakkar??????

Y ya de paso,

¿ Cuantas runas de oro tiene Olaf en el saco ??????.

La expedición a Vinland continúa…
Y tú, viajero, sigues siendo parte de ella.

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Soloción a cuantas dagas por un escudoDescargar PDF
Solucion a los drakkars que hay en el puerto de SkallheimDescargar PDF

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