ODÍN — El Caminante de los Mil Nombres

ODÍN — El Caminante de los Mil Nombres

ODÍN — El Caminante de los Mil Nombres

Nadie supo cómo llegó al campamento.
Era un viajero viejo, con sombrero ladeado y capa raída, que pidió pan a cambio de una historia. Los soldados, cansados y hastiados por la guerra que los tenía atrapados en la frontera helada, le dieron algo de avena y un rincón junto al fuego.
—¿Qué clase de historia? —preguntó uno, con más burla que curiosidad.
El anciano sonrió. Sus ojos no eran iguales: uno brillaba como el hielo, el otro estaba vacío.
—Una que aún no ha pasado —respondió.
Y habló.
Contó de un comandante que dudaría en el momento justo. De una señal en el cielo que nadie entendería salvo el más joven del grupo. De un caballo que resbalaría en la noche y provocaría la victoria.
Rieron. Rieron mucho.
Pero cuando despertaron, el viejo ya no estaba. En su lugar, sobre la piedra plana donde dormía, había un cuervo muerto. Y debajo del cuervo, dibujado en sangre seca, el signo de los nueve mundos.
Los días pasaron. Y cada palabra del viejo se cumplió, una por una. El comandante dudó, la señal apareció, el caballo cayó… y la victoria llegó como un regalo sin envoltorio.
Después de la guerra, uno de los soldados buscó al viejo durante años. Lo encontró una vez, en una aldea al sur del mundo, donde lo llamaban distinto.
—¿Eres tú? —preguntó el soldado.

El viejo sonrió otra vez.
—Quizás. ¿Pero acaso importa? Las historias no necesitan nombres.
—¿Por qué nos ayudaste?
—Porque un cuervo me lo pidió.
Y desapareció entre la niebla, dejando solo su sombra y el eco de una risa suave, como la del viento cuando cambia el destino.

Puedes descargar la version en PDF: DESCARGAR

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *