THOR — El Martillo del Trueno

THOR — El Martillo del Trueno

THOR — El Martillo del Trueno

Los ancianos de Fjallhavn aún cuentan que hubo una noche en que el cielo se abrió como la boca de un lobo hambriento. El viento arrancaba tejados, los rayos golpeaban la tierra como lanzas de odio, y el mar, loco de furia, trepaba los acantilados como si buscara devorar la aldea entera.

Esa fue la noche en que Thor llegó.

No hubo truenos que anunciaran su paso. Solo apareció, caminando entre la espuma, con los pies firmes sobre las rocas resbaladizas, como si el mundo le perteneciera desde siempre. El martillo colgaba de su cinturón como un simple adorno, y su mirada era tan gris como la tormenta misma.

—¿Quién desafía a mi cielo? —tronó su voz, pero no se dirigía a los hombres. Hablaba al viento, a las nubes, al relámpago. Y ellos, por un instante, escucharon.

Los aldeanos se reunieron junto a la casa comunal, temblando, no solo por el frío. Uno de ellos —un niño, el más pequeño, el que nunca hablaba— avanzó con paso firme hasta Thor.

—Mi madre reza por ti cada noche. Dice que no eres ira, sino escudo.

Thor lo miró largo rato. Después, levantó el martillo.

No lo lanzó. No lo blandió. Solo lo alzó hacia el cielo, y entonces la tormenta pareció dudar. Un rugido lejano cruzó las nubes, como si algo más grande que el dios se quejara por tener que retirarse. Y se retiró.

Cuando la calma volvió, el dios se giró para marcharse. Pero antes, se detuvo ante el niño.

—Cuando llegue tu hora —dijo—, recordarás lo que has dicho esta noche. Y me lo devolverás en promesa. Aunque no sepas a qué.

Y se fue.

Nadie supo nunca qué significaba esa promesa. Nadie, salvo el niño, que ya de viejo, cuando el mundo ardía y los cielos se abrían de nuevo, tomó un martillo que no era suyo y caminó hacia el fin del mundo.

Puedes descargar la version en PDF: DESCARGAR

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *