
Principales características del Romanticismo en la pintura del siglo XIX
1. Exaltación de las emociones y el subjetivismo
Los artistas priorizaron la expresión de sentimientos intensos (pasión, melancolía, terror) sobre la razón neoclásica. Obras como La carga de los mamelucos de Goya o La balsa de la Medusa de Géricault usaron el dramatismo para conmover al espectador.
2. Rechazo al academicismo
Rompieron con las reglas clásicas (proporción, equilibrio) y valoraron lo imperfecto e inacabado, como en las pinceladas libres de Turner o los grabados expresivos de Goya.
3. Naturaleza sublime y poderosa
Representaron paisajes atmosféricos (niebla, tormentas) y escenas grandiosas que evocaban lo sublime, como en El caminante sobre el mar de nubes de Friedrich. La naturaleza se mostró como una fuerza indómita y emocional.
4. Uso efectista de la luz y el color
La luz se empleó para crear contrastes dramáticos y atmósferas teatrales, como en los cielos tormentosos de Turner o los cielos crepusculares de Friedrich. El color superó en importancia a la línea, liberando las formas.
5. Temas históricos, exóticos y medievales
Recuperaron episodios nacionales (revoluciones, guerras) y ambientes orientalistas (Delacroix), junto a motivos medievales (castillos, caballeros) que idealizaban el pasado.
6. Individualismo y libertad creativa
Cada artista buscó un estilo personal, rechazando los encargos convencionales. Artistas como Blake o Goya exploraron visiones oníricas y críticas sociales.
7. Técnicas innovadoras
Usaron óleo, acuarela y grabado, con pinceladas expresivas y texturas rugosas. La litografía permitió difundir obras de manera masiva.
8. Dualidad entre vida y muerte
Abundaron motivos oscuros: ruinas, cementerios y figuras solitarias que simbolizaban la fragilidad humana, como en las obras de Caspar David Friedrich.
Artistas clave:
- Eugène Delacroix (La libertad guiando al pueblo).
- J.M.W. Turner (Lluvia, vapor y velocidad).
- Francisco de Goya (Saturno devorando a su hijo).
- Caspar David Friedrich (El mar de hielo).
El Romanticismo sentó las bases para movimientos posteriores como el simbolismo y el expresionismo, al priorizar la emoción y la libertad sobre la perfección formal.
