La expedición a Vimland capítulo V

La expedición a Vimland

Navegaban costeando, como buenos cobardes con excusa táctica. El drakkar de Olaf el Terrible y Bjonr el Tronchahuesos surcaba las aguas con su vela desplegada, acariciado por los vientos del este. Llevaban una jornada entera sin ver más que focas sospechosamente vigilantes y gaviotas con instinto asesino. Todo muy normal.

—Si doblamos ese cabo y no hay enemigos, me como el casco —gruñó Olaf, que siempre estaba hambriento cuando no estaba luchando, y viceversa.

Y doblaron el cabo.

Allí, en una ensenada resguardada por acantilados y niebla baja, se recortaban las siluetas de dos drakkars. Firmes. Oscuros. Con estandartes que ondeaban como lenguas de dragón.

—¡Por los cuernos de Thor! —exclamó Bjonr—. Esos tienen que ser los de Skallheim.

—Claro que lo son —bufó Olaf—. Sólo ellos pintarían un jabalí bailando con un hacha en la vela mayor. Malditos artistas del horror.

Rápidamente, Olaf ordenó apartar el drakkar mar adentro, amparándose en las sombras de una nube baja. Llamaron al silencio a la tripulación, que consistía en doce guerreros, un cocinero pirómano y una cabra que nadie había invitado.

Cuando estuvieron seguros de no ser vistos, se sentaron junto al timón a discutir.

—Tenemos que saber cuántos guerreros traen esos dos drakkars —dijo Olaf—. Si son menos de treinta entre los dos, les caemos encima y les robamos hasta las botas.

—¿Y si son más?

—Entonces les decimos que hemos venido a entregarles un regalo diplomático. Como esta cabra.

Intentaron espiar. Pero la ensenada estaba protegida por la curva del acantilado, y no podían acercarse sin delatarse. Mandaron a uno de los suyos nadando con una rama en la cabeza para parecer una nutria, pero volvió con un pez en el ojo y sin contar nada útil.

—Esto es ridículo —gruñó Bjonr—. ¿Por qué no preguntamos a Ylda?

—Porque me irrita su manera de responder. Siempre lo hace con acertijos. ¿Y si un día nos equivocamos y en vez de vencer a nuestros enemigos, adoptamos a un oso creyendo que era una doncella?

—¿Y si un día tomas una decisión tú solo y el mundo se acaba? —replicó Bjonr.

Al final, como siempre, ganó la sensatez disfrazada de terquedad, y escribieron la pregunta en una tablilla de abedul, la ataron a la pata del cuervo y lo enviaron hacia la cabaña de la bruja Ylda.

Una semana después, cuando ya se habían comido media vela del drakkar por ansiedad, una gaviota mensajera apareció volando en círculos sobre la proa. Traía una respuesta atada a la pata y una expresión de desprecio muy propia de las aves adiestradas por Ylda.

Olaf desató la tablilla con recelo. La leyó en voz alta:

“Queréis saber qué cantidad de guerreros tiene la tripulación de los drakkars de Skallheim, pues bien:

Los guerreros de los drakkars, cuando llegan a puerto, unas veces quedan de guardia la cuarta parte más cinco, y otras veces desembarcan veinticinco y el resto queda de guardia. Pero siempre es la misma la cantidad de guerreros que forma la guardia.

Y supongo que con esto ya conocéis la cantidad de guerreros que tiene la tripulación.”

—¡Lo sabía! —bramó Olaf, lanzando la tablilla al mar—. ¿Por qué no puede simplemente escribir “son treinta”, y ya?

—Porque entonces no sería una bruja —respondió Bjonr con una sonrisa bobalicona—. Sería un pergamino con datos.

Puedes descargar la version en PDF : DESCARGA

Solucion al problema de la semana anterior ¿ Que letras faltaban en los dos cuadros?

Descarga de la solucion en PDF: DESCARGAR

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *