
Descripción de un Drakkar Vikingo
Ante ti se alza el drakkar, un lobo del mar, esbelto y orgulloso, forjado por manos sabias que conocen el susurro de las olas y el aullido del viento. Su casco, largo y estrecho como una serpiente marina, está tejido con tablones de roble, encajados uno sobre otro como escamas oscuras. Se desliza por el agua con la elegancia de un depredador, sin dejar más huella que un rastro de espuma blanca.
En la proa, tallada en madera endurecida por la sal y el sol, reposa la cabeza de un dragón, sus fauces abiertas en un rugido mudo. Los ojos huecos parecen buscar enemigos en el horizonte o espíritus que acechen desde el mundo de los muertos. Es un guardián feroz, cuya sombra inquieta incluso a los dioses del mar.
A lo largo de la borda, los escudos redondos se alinean como una muralla de colores apagados, protegiendo a los guerreros que reman al ritmo de los tambores. Brazos curtidos empuñan los remos de fresno, impulsando la nave como si fuera un corcel desbocado. Y cuando el viento es favorable, la vela cuadrada se despliega como un estandarte de lana roja, bordada con runas y símbolos que invocan la fuerza de Thor y la guía de la Norðstjarna, la Estrella del Norte.
El timón, anclado en el costado de estribor, no es más que un remo poderoso tallado en formas sencillas, pero en manos de su styrimann, el piloto, mantiene el drakkar firme incluso en los mares embravecidos de Jörmungandr.
Este barco no es solo madera y hierro. Es un hogar para el guerrero, un templo para el navegante y un heraldo del miedo en las costas extranjeras. Allí donde su quilla corta las aguas, la historia se escribe a golpe de remo y filo de hacha.
Puedes leerlo on-line o descargar la version ampliada en PDF: Descarga
