
Camille Pissarro: El Sabio de los Pobres
1. El Niño que Pintaba Mangos (y no los Comía)
En las cálidas calles de Saint Thomas (una isla del Caribe danés), el pequeño Jacob Abraham Camille Pissarro, hijo de un comerciante judío, prefería dibujar los mangos que vendía su padre… ¡en vez de venderlos!. Los clientes protestaban: «¡Este niño nos da papeles con rayas en vez de fruta!». Su padre, frustrado, lo envió a un internado en París a los 12 años, gritándole: «¡Aprende algo útil!».
Pero Camille solo tenía ojos para los cuadros del Louvre. A los 17, escapó a Venezuela con un pintor danés y vivió pintando burros, campesinos y palmeras bajo la lluvia tropical. «Aquí aprendí que el arte huele a tierra mojada», confesaría años después.
2. El Viejo de la Barba Blanca (y el Joven Monet)
En 1855, Pissarro regresó a París y se convirtió en el abuelo del impresionismo (aunque solo tenía 25 años). Todos lo llamaban «Père Pissarro» («Padre Pissarro»), no por su edad, sino por su paciencia infinita.
Un día, un joven Claude Monet, sin un franco en el bolsillo, llegó a su estudio. Pissarro, en vez de echarlo, le dio pintura, pan y un consejo: «Pinta la nieve con azul, no con blanco… ¡La luz miente mejor que los políticos!». Monet nunca lo olvidaría.
Ya puedes descargar la version extendida en PDF
| DESCARGAS | |
| Camille Pissarro: El Sabio de los Pobres | DESCARGAR |
