Capítulo IV: El Enigma de las Piedras negras

Los dioses no suelen hacer las cosas fáciles. Y si lo hacen, no las hacen para Olaf el Terrible y Bjonr el Tronchahuesos.

Tras muchos días de navegación, empapados por las tormentas y por los barriles de hidromiel que accidentalmente Olaf decidió llevar como «suministro médico», los dos héroes vikingos llegaron por fin a una playa desconocida solitaria y llena de niebla. Allí, la arena parecía no haber sido pisada en siglos, salvo por unas huellas extrañas en forma de bota… o de pata de cabra. El cielo estaba cubierto de nubes violetas, y el aire olía a sal y a antiguos secretos.

—Esto huele a Vinland —gruñó Olaf, escupiendo sobre una roca con forma de arenque.
—¿Y a pescado viejo —añadió Bjonr—, pero sí, debe de ser Vinland.

Explorando la costa, se toparon con algo inusual: dos bloques de piedra oscuros, altos como un hombre y anchos como un buey, cubiertos de símbolos grabados. No eran runas vikingas, ni dibujos de combate, ni siquiera recetas de estofado de ballena (Bjonr lo comprobó a conciencia). Eran… letras. Muchas letras. Formando cuadrados perfectos.

No eran runas, ni mapas, ni insultos escritos por los enemigos de Skallheim. Eran… cuadros de letras. Uno al lado del otro, con una letra que faltada en cada uno.

—Esto debe de ser un mensaje sagrado —dijo Olaf, con tono sabio, mientras intentaba arrancar un trozo de piedra para usarlo como posavasos.
—¡O un hechizo! —añadió Bjonr—. ¡O un menú!

Pero después de una hora mirándolos con los ojos entrecerrados, mordiendo los bordes de la piedra (por si sabían a algo) y empujándolos para ver si se abría una puerta secreta, decidieron lo inevitable:

—Esto no lo vamos a entender nunca —dijo Olaf.
—Vamos a tener que consultar a la bruja Ylda —asintió Bjonr.

—¿A la brujaa Ylda? —preguntó Olaf, rascándose la barba como si allí pudiese haber respuestas.
—¡Es un mensaje del más allá! —exclamó Bjonr con los ojos brillantes—. ¡Un mapa, un hechizo, un código secreto!

—¿Y tú sabes leer eso?
—No. ¿Y tú?
—Tampoco.

Como era tradición en Ulfgard, cuando uno no entendía algo misterioso y lleno de letras, había que consultar a la bruja Ylda. Con ayuda de un cuervo mensajero entrenado a base de bacalao seco (y mucha paciencia), enviaron una copia de los cuadrados de letras a la vieja cabaña de la bruja, más allá del fiordo. Ahora solo quedaba esperar.

Días después, una gaviota mensajera (el cuervo estaba de vacaciones) regresó con un pergamino atado a la pata. Era la respuesta de Ylda:

“Estas piedras son las Llaves del Viento. Cada una guarda una letra, y cada letra os abrirá un camino. Solo los sabios —o quienes tengan buena vista— podrán resolver el enigma.”

La Bruja Ylda les devolvió como respuesta los dos cuadros y junto a ellos una poesía en cada cuadro .

Total que la Bruja Ylda no ha dicho nada, como siempre, refunfuñaba Olaf mientras se rascaba la barba.

Y ahora que hacemos?

Puedes ayudar Tu viajero a Olaf y a Bjonr a entender que es lo que les ha contestado la bruja Ylda?. ¿ Que letras son las que faltan en los cuadros?.

Respuesta de la bruja Ylda:

Y con esto ya sabéis cual es la letra que falta en el cuadro.

Y con esto ya sabéis cual es la letra que falta en el cuadro.

Puedes ayudar Tu viajero a Olaf y a Bjonr a entender que es lo que les ha contestado la bruja Ylda?. ¿ Que letras son las que faltan en los cuadros?.

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Solucion al capítulo III La niebla de Ulfgard y las Runas de oro PDF : DESCARGA